Diccionario histórico de la lengua española

Los unos en caualgando assi como boffordar & a alançar & tomar escud & lança & tirar con ballesta o con arco. o otros iuegos de qual manera quiere que sean; que se pueden fazer de cauallo. E como quiere que ello se torne en usu & en pro de fecho de armas porque non es esso mismo; llamanle iuego. E los otros que se ffazen de pie. son assi como /2/ esgremir. luchar. correr. saltar. echar piedra o dardo. ferir la pellota.

— Si vos entendéys que es derecho e razón, a mí parece que sería bien, según mi entendimiento, que la lid destos dos cavalleros que fuesse desta guisa: que los metamos amos en el campo, según es uso e costumbre e fuero de fijosdalgo e de hombres de alta sangre como éstos, esean armados los cuerpos muy bien de todas armas e sobre muy buenos cavallos, ca no entiendo que sería bien de tales hombres lidiar de pie e a esgremir de espada e de roela. E desque fueran metidos en el campo, e los fieles que los ovieren de guardar con ellos, Dios, que es derecho juez, aténgase con la verdad.

Otros, de la gente de pie, yvan esgrimiendo; otros tumbando e faziendo unos juegos tantos e tan estraños, e de tan diversas maneras e en tantas guisas, que las gentes estavan como bovos mirándolo.

E devéis aprender jugar del espada, que mucho cumple al cavallero saber bien esgremir.

Quando vio el brauo enperador que non poderia quitar los de su crençia. mandolos leuar a vna grant plaça que ha nonbre Reyna Aquella plaça era logar desgremir los que esgremir querian & de fazer danças & de fazer alegrias & de bofordar & de todo trebejo & ally fazian sus batallas los Retados & los que sse aujan de conbatir por alguna Razon vno por vno o dos por dos. ally jogauan los que jogar querian tablas & axedrez & todos los otros juegos Por estos juegos & por estos trebejos & por otras cosas muchas sse ayuntauan ally por fazer fiestas los de la çibdat de Roma.

Et otrosi son maneras nadar et esgremir et jugar los juegos apuestos et buenos, sin tafureria, que pertenesçen a los caualleros, et catar et correr monte en la manera que les pertenesçe, et andar lo mas apostada mente que pudieren en sus guisamientos et en sus vestiduras.

Et, sennor infante, si quisieredes saber commo en el espada se muestran las quatro virtudes que los caualleros deuen aver en si, fallar lo hedes en el libro que conpuso don Iohan, aquel mio amigo, que ha nonbre el Libro de la caualleria. Et en quanto son moços deuen aprender con ella esgrimir.

E de tomar algum ayre porla calentura que façia muj grande E desi tomo su escudo E metiola otra espada so el por que se lo no entendiese carados E sacola E comenzo de esgremir conella porque la non biese El cauallero ni la conoçiese E la dueña le tobo por tanto por mas Enseñado E lançarote se dexo yr al cauallero muj fiera mente mas [...].

E dellas ay fuertes y dellas flacas: y dela mucha y / dela poca: y dellas por manera de luchamientos: o / de correr o de lançar la palanca y de esgremir: o de armar / ballesta: o de saltar: o de caualgar: o de andar / en galeras: o en naues: y semejante desto. Y destos mouimientos / deue tomar la mediania.

[...] e por ayudar mas, fue fallado el dançar, correr, e sacar el pie del follo, esgremir, pelota e sus semejantes, que estos ayudan e non alteran, que los mayores mouimientos es afan e non ha parte en salud [...].

Ya quiero venir a la conclusión / de mis rudas trobas, no tan bien trobadas / como conuenía para presentadas / ser a la vuestra sotil discriçión; / la qual a mí turba de tal turbaçión, / que mi lengua duda e mi mano trime / bien como faze al moço qu'esgrime / con algún maestro de gran perfeçión. /

Don Galaor estando con el gigante, como vos contamos, aprendiendo a cavalgar y a esgremir y todas las otras cosas que a cavallero convenían, seyendo ya en ello muy diestro, y el año complido que el gigante por plazo le pusiera, él le dixo:

— Padre, agora vos ruego que me fagáis cavallero, pues yo he atendido *lo que mandastes.

Entró Mastregicomar, / a nado por un rastrojo, / esgrimiendo con un piojo / por hurtarle la cuchar; / y a cavallo por la mar / vino Roma a rienda suelta / y diziendo: «¡Buelta, buelta!», / a sabor de paladar, / «¡que no es tiempo de parar!»Monserrate en empanada / vino allí de dos en dos, / y el buen Juan de Voto a Dios, / muy picado en ensalada; / y una rana tresquilada, / dando xaque por el roque, / hizo tan gran alboroque, / que se tornó cugujada, / toda de peña tajada. /

E el Rey se cubría de aquello que le quedava del escudo e sufría e endurava los golpes del cavallero; e el Rey sabía tanto de esgremir, que pocas vezes lo podía ferir el cavallero, sino en el escudo.

E si fazia obra vana o loca, asi como esgremir o trebejar con cochillos o saltar o correr o caçar o otra obra qualquier que non sea convenible, como por aventura fazia obra buena, mas non quisso catar las ocasiones magnifiestas, asi como si andudiese en alto faziendo casa o eglesia [...].

E Tristán començava a cavalgar a cavallo, e a jugar de lança, e saltava e echava barra, e hazía todas las cosas que pertenescían a su hedad, e esgremía con los otros donzeles.

E andando el torneo muy mesclado sobrevino a él una fuerte ventura, que entró por una de las puertas un sagetario que era medio hombre e medio cavallo, e traýa las armas que le cobrían de un muy fuerte e duro cuerno e de aquello mismo era el escudo, e la espada suya era muy buena e tajante e él era tal que sabía muy bien escremir con ella.

A buen tiempo soy venido, porque le prestare mi juyzio agora mas sano, de que vse mientra el suyo no le ayuda. Ciertamente en sus meneos muestra que esta loco; con el braço esgrime *y señala golpes.

Como acontece a los que esgrimen, que el de menos fuerzas, si es más diestro, da más y mejores toques al otro que no entiende los tiempos ni los sabe, aunque más fuerzas tenga, y lo mismo se platica en otro cualquier ejército de tierra, y se ha visto los menos por su buen orden, vencer a los otros.

Lo sexto que recoge este santo exercicio es los miembros corporales, ca es cosa maravillosa de ver a uno que ayer era disoluto, sus miembros sueltos, prestos los pies para andar, las manos para esgremir muy sueltas, la cabeça sin reposo, movibles a cada parte, y todo el cuerpo de tan rezio movimiento, que no sosiega [...].

■ ¡O, bobos, bobos!, ¿y agora sabéis que buela el tiempo sin mover las alas, camina la vida sin alçar los pies, esgrime la fortuna sin mover los braços, se despide el mundo sin dezirnos nada, se consume la carne sin que nadie lo sienta, se passa nuestra gloria como si nunca fuera, y finalmente nos saltea la muerte sin llamar primero al aldava?

Decí: si viésemos agora aquí esgrimir dos hombres diestros y el uno, por serlo más, armase al otro algún tiro con que le diese, ¿no diríamos todos que le engañó? Pero este engaño no sería malo; y aun tomándolo propriamente, no hubiera sido aquello engaño, sino saber el uno más de aquella arte que no el otro.

Gil Lanudo . Don hi de puta, ladrón, / si un poco más esperarais / yos juro por sant Antón / quos haziera que pagarais / el reír, / voto a san, hasta morir / no lo dexara en la tierra, / mas, si sopiera esgremir / como quien anda en la guerra... / Sin cuidado / quiero aquí, muy de buen grado, / esgremir quanto podiere, / ver si seré buen soldado / si alguna guerra viniere.

Gil Lanudo . Don hi de puta, ladrón, / si un poco más esperarais / yos juro por sant Antón / quos haziera que pagarais / el reír, / voto a san, hasta morir / no lo dexara en la tierra, / mas, si sopiera esgremir / como quien anda en la guerra... / Sin cuidado / quiero aquí, muy de buen grado, / esgremir quanto podiere, / ver si seré buen soldado / si alguna guerra viniere.

Vidriano .¡O. señora, / justa galardonadora / de mi muy justo servicio! / Mi alma, tuya, te adora / por tan alto beneficio; / con tal zelo / me assentaste allá en el cielo / con los santos soberanos, / las rodillas por el suelo / te beso los pies y manos.Secreto . Sus, Carmento, / ya no basta sufrimiento / albel gritar y esgrimir.

No te vayas, por me hazer merced, que la amistad nuestra no se a de oluidar tan ligero, siquiera por /[A 6r] quantas vezes reñiamos sobre quien esgrimiría mejor.

Y a esta fiesta se disponían todos los estados y condiçiones de çiudadanos así nobles como ofiçiales, donde unos corrían palios a pie, otros a caballo, luchaban, esgremían, saltaban y mataban muchos animales para el plazer del pueblo.

Los romanos corrían palios y esgrimían con mucha destreça. Muchos fueron los sabios y elegantes varones que para relevar la carga de sus spirituales y corporales exeçiçios inventaron otros muchos y muy agragiados juegos y pasatiempos, a los quales venían con moderaçión y después se volvían a sus acostumbrados trabajos.

Mandaba su regla que todos los caballeros de la Vanda fuesen obligados dentro de ocho días que llegase el rey a algún lugar de poner tela para justar y carteles para tornear, y más allende de esto, tuviesen maestro y escuela a do fuesen a esgremir y a jugar de puñal y espada, sopena que el negligente en esto le restasen en su posada y le quitasen media vanda.

Y cada día mueren mil gentes desastrada y súbitamente, sin esgremir. Pero no me podéis negar que no sea ejercicio loable y provechoso, y que donde hay iguales corazones y ventura, hará ventaja la destreza a las fuerzas.

[...] porque unos tañían, otros cantaban, otros esgrimían, otros jugaban al ajedrez, otros a la pelota, otros estudiaban, otros se iban a caza, otros se ejercitaban en cabalgar, otros en justar, y otros en tornear, y en otros diversos y honestos ejercicios, y ansí las damas con gran honestidad y señorío acompañado de cortés crianza entendían en sus labores.

Y son assí como jugar birlos, o jugar a la herradura, herrón, o tejo, tirar barra, lança, dardo, correr parejas, saltar, baylar, esgremir, jugar espada de dos manos, bastón, juego de pelota, o chueca, o bilorta.

Un caballero italiano, criado de la casa del marqués de Pescara, da una cuchillada sobre la zelada a musiur de Cliete que le saltó de la cabeça, y acudiendo con otro golpe, antes que se guarde le abre hasta la nariz. Un soldado español, esgrimiendo con un montante, se encontró en la batalla con musiur de Boys, y derrocando de una estocada el caballo, en cayendo en el suelo, corta al señor la cabeça.

Justifícanos Dios creyendo, i por premio de la justificazion nos da la vida eterna. Adonde dize que pelea, puede dezir, que esgrime, ó que lucha, ó que combate.

¡Gentil rrefrigerio es para el pobre que viene de camino con la nieve hasta la çinta, perdidos los miembros de frío, y el otro que se viene a curar donde le rregalen, hallar una salaza d'esgrimir, y otra de juego de pelota, las paredes de mármol y jaspe, que es caliente como el diablo, y un lugar muy sumptuoso donde puede hazer la cama si trae rropa, con su letrero dorado enzima como quien dize aquí se vende tinta fina, y que, rrepartidos entre çinquenta dos panes, se vayan a acostar, sin otra çena, sobres un poco de paja bien molida, que está en las camas, y a la mañana luego si está sano le hazen una señal en el palo que trae de cómo ya çenó allí aquella noche!

Hallábase él presente y aun algunas veces tiraba el arco y esgremía del espada, que lo hacía muy bien y con mucha gracia, aunque muy pocas veces, por el autoridad.

[...] dexando de dar auiso y consejo al próximo en los peligros que le pueden acaescer, pudiéndolo hazer y siendo necessario; exercitándose también con las armas indiscretamente, esgrimiendo, justando o torneando o haziendo cosas desta manera en que temerariamente se ponga a algún peligro que probablemente suele acaescer, o procurando que otros lo hagan [...].

A un portugués que no tenía más de un ojo sucedió que, esgrimiendo, de una estocada, le sacaron el otro ojo. Y, como quedó a escuras, dijo a unos caballeros que los estaban mirando:

—Fica a boas noites, fidalgos.

Con esto sacó su ancho y relumbrante cuchillo, y esgrimiéndolo en la mano los acometió. Don Eleno le salió a recebir el primero, rogando a los demás lo dexassen a él solo con el gigante, lo cual, aunque sin su voluntad, lo uvieron de hazer. Y apartándose todos a una parte, los dexaron herir de mortal batalla. El gigante, con la furia que llevava, descargó su golpe, pero fue en vazío, porque el príncipe le hurtó el aire de manera que no le pudo alcançar.

Dentro de poco espacio, en el cual estuvo descansando, se tornó a zambullir y nadó debajo del agua tanto, que no podía ya llegar la bala del arcabuz a hacerle daño, y pareciéndole que estaba seguro, sacó la espada de entre las piernas, donde la llevaba escondida, y comenzó a esgrimir con ella, mofando de los nuestros, a quien tan fácilmente había engañado.

Primeramente venía el Hecatombe, que eran cien bueyes para el sacrificio, guiados por unos hombres en semejante ministerio diestros y ejercitados, que en su hábito y en su manera mostraban ser gente rústica; todos, con unos capotes blancos vestidos, arremangadas y cogidas las haldas a la cintura; el brazo derecho y el hombro, desnudos hasta la tetilla, esgrimiendo cada uno una segur de dos cortes, aguda y bien afilada.

Pero cuando un abogado ayuda al actor y otro defiende al reo y otro letrado ha de ser el juez, es pleito vivo, * y no se parla tan bien como esgrimiendo sin contrario.

Veréis dos que esgrimen con tanta cólera, que parece que se han de hacer tajadas, y al cabo maldito el golpe * que se dan.

Lo que dije y debéis saber es que el saber que no se ordena más de para saber y que no se quiere para con ello hacer bien en servicio de Dios y provecho del prójimo, esto no es meritorio ni ayuda a la bondad, como saber vos bien correr vuestro caballo y jugar a la ballesta y esgremir y saber qué dicen muchos libros, no lo queriendo más de para vuestro contento, no vale nada para el cielo [...].

En lo antiguo y moderno, los persas no tuvieron disciplina del arte militar, pues tan poderosos ejécitos salieron de ella y siempre fueron deshechos y volvieron huyendo a sus casas; aunque entre ellos es muy estimada la nobleza y hay gran abundancia de caballería, armas, invenciones muy galanas, grandes volteadores de caballos, diestros en esgrimir con maza y espada sobre ellos, con todo esto no se tienen en la estima de las otras naciones [...].

Finalmente, si el príncipe quiere tener buenos y valerosos soldados, debe procurar que los caballeros y nobles y vasallos de su reino en tiempo de paz se ensayen para la guerra, y tengan ejercicios y entretenimientos militares, con los cuales huyan la ociosidad y se hagan más hábiles y dispuestos para los trabajos de la guerra, como son: esgremir, tirar, correr, saltar, luchar, nadar, cazar, andar armado y hacer mal á un caballo y jugar de todas armas [...].

¿No vienen aquí a esgrimir / los soldados de la China? TEMOR.Aquí, si vienen soldados, / son aquellos que Dios llama, / los que Dios llama y más ama, / y en ellos, como esforzados, / su gracia y favor derrama.

La gruesa lanza de fresno / Parece en sus manos mimbre, / Que como el viento las plumas / Así la juega y esgrime. / Oido se ha la trompeta / Dentro de Generalife, / Cuando por verle las damas / desamparan los jardines. /

Comenzaron muchos corrillos de bailes, juegos de naipes y de esgrima, Allí oí que alababan a un negro de que esgrimía bien con dos espadas y montante, en especial, decían que jugaba por extremo un tiempo que llaman los esgrimidores tajo volado, con sobre rodeón y mandoble, que también los esgrimidores son como los médicos, que buscan términos exquisitos para significar cosas que, por ser tan claras, tienen vergüenza de nombrarlas en canto llano, y así les es necesario hablarlas con términos desusados, que parecen de junciana o jacarandina.

Rey ¿No os e dicho mil beces, Secretario, / que sean los primeros que consulte? / Que enemigo sois dellos, pero tiene * / poca amistad la pluma con la espada. / ¡Mostralde acá, beré lo que me pide! * / Toma el Rey el memorial y ba leyendo y esgrimiendo.

Guzmán Con tiento pareció que iba esgrimiendo, / y palabras me dijo en el combate / por quien fui sus designios conociendo.

"Canalla", al viento dice, "vil, bastarda, / Ejercitada siempre en obras viles, / Heridos volveréis a vuestra gruta / Por el espada del señor de Buta". / A todas partes con furor esgrime / Vomitando blasfemias por la boca / Y cuando más el huracán le oprime / Mas a cólera y rabia se provoca. /

Para que no quedase el dicipulo sin premio de haber consentido y aprendido aquel vicio, estando el Caballero regalado de su madre ejercitándose en deprender á danzar, tañer todos instrumentos, esgremir, y en otros honestos y virtuosos ejercicios [...].

Tal vez algunos, esgrimiendo apriesa / por tocar una peña el brazo amigo, / la muerte arrastran que en el bulto impresa / la llevan ciegos a luchar consigo; / llega el más fácil y, muriendo, besa / las bajas peñas del salado abrigo; / reliquias son que guarda el mar hirviente, / más son para tocadas solamente. /

[...] y él hizo fabricar unas porras de a cuatro arrobas, que apenas pudo levantar del suelo el contrario, y él esgrimió a una y otra parte con espantosa admiración del ejército.

MANUEL Sólo para defenderme / le esgrimiré, tan confuso / de oírte, escucharte y verte, / de oírme, verme y escucharme; / que aunque a matarme te ofreces, / no podrás, porque mi vida, / hecha a prueba de crüeles / fortunas, es inmortal.

Fiera es amor, en rigor, / luego, si ya lisonjera, / no hay burlas con una fiera, / no hay burlas con el amor. / Por burla al mar me entregué, / por burla el rayo encendí, / con blanca espada esgrimí, / con brava fiera jugué; / y así, en el mar me anegué, / del rayo sentí el ardor, / de acero y fiera el furor; / luego, si saben matar / fiera, acero, rayo y mar, / no hay burlas con el amor.

■ Falta el vigor a la edad, / y con sombras del eclipse / queda cual reloj de sol, / en hora menguada el índex. / Si en la esgrima del amor / con tu esposa no compites, / solo armarse de paciencia / es remedio en quien no esgrime. /

Y es tan amiga de todo género de habilidades que me permitía apartar de su lado para tomar lición de danzar, de esgrimir, y de las matemáticas y otras curiosas ciencias, que en entrambos era virtud, estando tan ciegos.

Mas, pues nunca se hallan en capones / ni se admiten lampiños abogados, / las leyes son de casta de cojones.

607*

Al haber quitado los cuellos y las calzas atacadas, y ver esgrimir por entretenimiento Rey que desencarcelas los gaznates, / rey que sacas los muslos de tudescos, / rey que resucitaste los griguescos, / lisonja al Cid, merced a los combates [...]. /

DEMONIONi en el acero que esgrimes, / que es rayo tan poderoso / que dando horror al horror, / que dando asombro al asombro, / ha de obligarme a que, huyendo / sus abrasados enojos / segunda vez, en aquel / escamado Bucentoro, / de cuyo buque la ira / me hizo náutico piloto, / perturbe en bandido rumbo, / infeste en pirata corso, / los mares con mis tormentas, / los montes con mis abordos, / hasta inundar todo el orbe / en venganza de este oprobio; / si ya no es que antes le vengue / algún áspid ponzoñoso / de los muchos que enroscados / quedan al pie de esos troncos.

Privadamente, a los caballeros seminaristas les enseñan maestros de otra ropa las habilidades cortesanas de danzar, tañer y esgrimir; y además de las lecciones públicas, tienen continuado ejercicio y repaso en sus aposentos, en donde viven recogidos y dedicados a estos estudios y a la frecuencia de las confesiones sacramentales y otras honestas y cristianas virtudes.

Fuera de que también era impossible dar todo el tiempo a la letura, pues sobre el que pide para sus comunes menesteres la vida humana, era forzoso reservar una buena porción para aprender a pintar, tañer, esgrimir, &c.

Hicieron en todo el día tantas y tan furiosas acometidas, que esgrimiendo cuerpo a cuerpo, llegaron a romper las trincheras y a apoderarse de casi toda la ciudad.

Después que el ínclito y generoso rey David, había coronado sus cienes de laureles en tantos triunfos y campañas, en que su valor siempre victorioso reprimió el orgullo de los enemigos del escogido pueblo de Dios; después que los reales pendones y vanderas de sus militares tropas a que estaban asalareadas las felicidades, habían colgado de las almenas de su palacio los victores y aclamaciones de sus más célebres y ruidosas campañas; después de haver esgrimido brazo a brazo con la fiera braveza de los osos; después de haver desquixarado a los leones y derrivado en tierra a los gigantes [...].

Felizmente para todos, algunos amigos tuyos y míos, que así saben mover la pluma como esgrimir la espada, enderezaron la opinión en artículos luminosos, probando lo que ninguno debía tener olvidado: que las guerras civiles son largas, a pesar de todos los programas del mundo; que éstos son, por el contrario, los que tienen corta vida [...].

■ [...] invectivas y sufrir los muerdos que provincianos descontentadizos disparan y esgrimen a toda hora contra este suelo feraz y agradecido contra este cielo azul y sereno, templado y benigno que forma el raro conjunto a quien llamamos Madrid.

Algun tiempo despues, Francisco esgrimiendo con su padre le dijo:

— Padre, si me diérais licencia yo os desarmaría.

— ¡Muchacho, muchacho! dijo Pedro haciéndose un paso atrás, bajando su espada y mirando fija y severamente á su hijo: ¿sabes tú lo que has dicho?

Si estuvieran vivos, pondría de testigos a don Marcelo Zúñiga y a don Alejandro Cardona con quienes aprendí los cantos de los pastores con villancicos y zorcicos —y a don Mateo Fournier con quien esgrimí en zarzuelas al amparo de doña Concha Corrales; y que lo diga hoy don Pilar Jiménez, el queridísimo maestro Pilar, quien para gozo y solaz nuestro vive aún, y bajo cuya batuta entoné trozos de ópera seria y toda la parte de soprano de la notabilísima Misa de Lambillot, recibiendo caricias, aplausos, parabienes y menciones honoríficas del público josefino, en aquel entonces uno de los más peritos en achaques musicales.

Estonçe, segúnd lo fallaredes en las vidas de santo Domingo e de sant Francisco, en cómo Dios todopoderoso, mostrando muy grand yra e saña que contra los peccadores del mundo tenía, queríalo * destroýr con tres lanças que contra él esgremía o esbrandesçía.

Ensienplo: del ferrero que muchos golpes da, que se le afluexan los neruios e dedos e se le cae de su mano el martillo, o al batallante la espada, e desto fue en el libro de los Reyes alabado vn cauallero de Dauid que despues de auer muerto trezientos omnes con su lança de trezientos golpes siguientes, que bien podia avn esgremir su lança [...].

Otros dizen que el de los Reyes que dize Tachamoni, era padre deste que agora aqui dize Achamoni; e avn como que se prueba ser asy, que alla en los Reyes pone que Thachamoni esgrimia su lança sobre ochoçientos omnes, el ya auer muerto, e aqui dize por este Achamoni que la esgrimia sobre trezientos omnes e non mas.

E en punto, escrymió la cruel espada contra la adfortunada Lyesa, la qual, agramente llorando, fincada la rodilla delante d'él, gritando y diziendo tales temerosas palabras [...].

Pero el ligero y caliente Héctor desechó de sí el golpe y furtóle la pierna, y con el espada esgremida firió a Archiles de golpe muy valiente sobre las vulcanas armas.

Hermana del dios mares, que es llamado por los gentiles, dios de las batallas; e segund dize estaçio, la sangrienta belona rrige las armas, e con larga mano esgrime la lança; dende dize que es armada de nobles armas, e tiene los oios espantables, e vna larga lança en la mano, e vn escudo de cristal.

E luego la cabeça de su cauallo contra los enemigos boluió, la espada esgrimiendo, contra el qual el buen Arçita reboluió, aviéndolo apenas conosçido por el gran poluo. E como caualleros ligeros, feroçes corren el vno contra el otro, e con odio en tal manera se firieron que amos a dos vinieron a tierra.

Et aun más, como sy anduviera en lid, ora esgrimiendo diestramente la espada, ora governando diestramente la lança, fizo pasmar el pueblo que le mirava.

E quando el espada fue cerca del agua, vio salir vna mano del agua que parescio fasta el codo, mas del cuerpo cuya era la mano no se veya nada, e tomo la espada por la enpuñadura, y esgrimiola.

Y despues que la esgrimio, metiose so el agua con el espada; y el atendio gran pieça por ver si mostraria mas, e nunca despues vio nada.

[...] paso adelante alli do mas priesa / vio & ansi que conuino a vlixes de / necesario pelear pie a tierra & estando / vlixes asi peleando. & el rey silomeno / llego esgrimiendo la lança que traya / contra vlixes & dio le vn duro golpe / por manera que le rompio el escudo / & le falso las armas & asi rompidas / conel duro golpe & vlixes non le / podiendo sufrir fuele fuerça de caer / enel suelo & las espaldas en tierra empero [...]. /

Y como los vio dentro en el agua, descendióse por la cuesta ayuso * hasta se poner sobre ellos encima de una peña; y escogió el mejor dardo de los que traía, sin que dellos vista fuesse; y como tan cerca los vio, esgrimió el dardo y lançólo muy fuertemente, y dio a don Bruneo con él en la una pierna, que gela passó hasta dar en la galea, donde fue quebrado.

La donzella, como a él llegó, travó con ambas manos tan rezio del hierro de la espada que por fuerça gela sacó de la mano, y esgrimiéndola, se tornó a la mar, y se lançó con ella debaxo del agua, y el pez marino tras ella.

E alçando la espada y esgrimiéndola muy rezio, se fue contra Lisuarte con tanta fiereza que, aunque él era de muy gran coraçón, no pudo estar que no recibiesse gran miedo.

»El humano seso se çiega e oprime / [e]n las baxas artes que le da Minerua: / [p]ues vey que faria en las que reserua / aquel que los fuegos corruscos esgrime; / por eso ninguno non piense ni estime / [p]restigiando poder ser çiente / [de] lo concebido en la diuina mente, / por mucho que lo trasçenda ni rime /

"Dios es justo Juez, fuerte y sufrido. ¿Por ventura ayrarse ha por cada día? Si no os tornáredes, su cuchillo está esgrimiendo.

■ ¡O!, hijos de la tierra y discípulos de vanidad, ¿agora sabéys que buela el tiempo sin mover las alas, camina la vida sin alçar los pies, esgrime la fortuna sin mover los braços, despídese el mundo sin dezirnos cosa, engáñannos los hombres sin mover los labrios, consúmese la carne sin que nadie lo sienta, muere el coraçón sin llevar remedio; finalmente, pásase nuestra gloria como si nunca fuera y la muerte nos saltea sin llamar primero a la aldava?

Fracaso descendió el golpe de su espada y dio a Callibufeo en el ventalle de la celada y en el encorvado pavés que le cortó muy gran parte del conparte del ventalle. Tornaron otra buelta a esgremir las espadas.

Y de otra parte, donde el sarracino / la fiera espada esgrime o [fuerte] bate, / parece entre montañas viento alpino / que la [tupida] selva en marzo abate: / que ora le pone en tierra y ora el pino / y ramas quiebra y vuela y hoja bate. / Bien que Zerbín [tantos golpes esquiva, / no puede evitar todos y uno arriba]. / No se pudo evitar que un gran hendiente / entre espada y escudo diese al peto; / gruesa loriga lleva excelente, / gruesa la malla y el arnés perfe(c)to: / pero toda resiste blandamente / a la [terrible] espada, y en efe(c)to, / cuanto delante topa va cortando, / coraza y el arzón bajo calando. /

[...] y en los semejantes ejercicios como era en saber esgrimir hondas tirar flechas jugar con hachas a manera de pelea en batalla blandear lanzas con rodelas en las manos todo lo cual habían de hacer en sus tierras los mancebos haciendo poner tantos a un cabo como a otro todo lo cual oído por los caciques dijeron que ansí lo harían [...].

Ni le aprovechaba esgrimir fuertemente su espada, ni açotar el aire, tirando fuertes golpes a una parte y a otra. Antes, cuanto de esta manera más se trabajaba por entrar, tanto con mayor ímpetu y más crecida furia fuera era alançado.

Cayó luego Francisco Martín y quedó solo Francisco Piçarro, esgrimiendo la espada tan diestro que ninguno se le acercava, por valiente que fuesse.

El verdugo, atónito de me oír y espantado de ver el velocísimo ejército, que en mi seguimiento venía, esgrimiendo mi espada a una y a otra parte por ponerle mas miedo y darle materia en que ocupase la vista, me esperó; mas, como yo llegué, parecióme asegurar el campo, y di al pecador, que matarle quería, una estocada por el testuz [...].

[...] así los araucanos revolviendo / contra los vencedores arremeten, / y las rendidas armas esgrimiendo, / a voces de morir todos prometen. / Treme y gime la tierra del horrendo [...]. /

Nasamor aunque fuesse acostumbrado ver vissiones horribles, esta le pusso admiracion y espanto, y no solamente no desmayó en verla, mas cresciole el esfuerço y embraçado el escudo viendo que el fiero jayan se habia puesto entre los árboles, donde la carrera que llevaba fenecia, esgrimiendo su admirable montante, entendiendo que le queria deffender aquel passo, y que si entre los árboles habia agua la tenia de ganar por fuerça, metió con gran corazon mano á su espada, encomendándose á su señora [...].

E dijo: "¿para qué es, señores, contar en esto cosas de valentías, que verdaderamente nuestro señor es servido ayudarnos?; e que cuando se me acuerda vernos cercados de tantas capitanías de contrarios, y verles esgrimir sus montantes y andar tan junto sobre de nosotros, ahora me pone grima, especial cuando nos mataron la yegua de una cuchillada, cuán perdidos y desbaratados estábamos; y entonces conocí vuestro muy grandísimo ánimo más que nunca. [...].

[...] que doliéndose ya de la fatiga / del pueblo pecador, pero cristiano, / contra la gente pérfida enemiga / esgrimirá la poderosa mano; / así de inspiración habrá una Liga, / donde el Papa y Senado veneciano / juntarán su poder, su fuerza y gente / con la del Rey Católico potente. /

Pusiste ligereza en mí vecina / al gamo; y me defiendes, colocado / en mi risco que a las nuves se avezina. / Por Ti la espada esgrimo; tu cuidado / haze mi braço diestro en la pelea, / y fuerte más que azero bien templado. /

No ay furia tan brava ni viento suelto de Eolo de las encerradas cavernas como entonces el gigante estava; no teniendo cuenta del daño recebido, con el braço buelve a esgremir con su cuchillo, diziendo:

— ¡Ni dioses del cielo ni de la tierra ni los marítimos, vil cavallero, ternán poder para de mí te librar!

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[...] habiendo recorrido el vocabulario, he hallado los siguientes, y no más: río, baluarte, estropear, blanco, botiller, escudilla, bordar, ganso, bandera, paca, arnés, bola, flotar, estafar, empacar, estandarte, cuartago, flauta, franco, guardar, bala, mástil, raspar, ratón, albergar, esgremir, guerra, escanciar, laúd, boto, roscín, carro, boya, caja, quebrar, bruja, brujo, de vocablo brüer, que significa hermano, porque estos brujos en otros tiempos, a título de unas cofradías hacían sus hechicerías.

Aqueste ya con copia de varones / Hacia por los indios enramados / Aquel estrago grande que leones / En junta de domésticos ganados: / Aprovechando bien las ocasiones / Antes de verse todos acabados, / Y con la gran macana que esgrimia / Las lanzas y caballos rebatia /

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Andad, señores, que Dios no come sino corazones y por éstos somos juzgados dél; y los ejercicios corporales poco valen sin la compañía de los spirituales y mi alma en mi palma y Dios me dio uso de razón, de la cual sé también esgremir, como de la espada, con que creo tener hechos tantos servicios a Dios en defensión de su fe y de su Iglesia, como cuantos monjes y calóndrigos andan desdentados de roer sanctos.

[...] y cercado de fortaleza invencible, que Dios promete en sus letras y de quien él tanto en ellas se precia, era un descendiente de David, capitán esforçado, que rodeado de hierro y esgrimiendo la espada y llevando consigo innumerables soldados, avía de meter a cuchillo las gentes y desplegar por todas las tierras sus victoriosas vanderas.

El moro estuvo advertido en lo que don Alonso le decía, y le pareció que no le decía mal, y porque estimaba mucho su caballo, y por no le perder, saltó dél como una ave, y embrazando su adarga, se vino a don Alonso, esgrimiendo su acerado alfanje, diciendo [...].

Todo esto no será sino flechar el arco. Erunt signa. Señalar y amagar, no descargar el golpe. Poner las saetas y no soltarlas. Blandear la lanza, esgremir la espada.

Cuando con armas falsas esgrimía, / de las heridas truje en el vestido / (sin tocarme en el pecho) las señales; / mas en el alma ya, Lucinda mía, / donde mortales en dolor han sido, / y en remedio heridas inmortales.

Ni a ti corriendo las veloces alas, / cartaginés Evandro, pues hiciste / muriendo igual dolor que el tierno Palas / al teucro Eneas y a su padre triste; / ni a ti con el furor que dos escalas / por las confusas armas esgrimiste, / Galo, contra el furor de tantas puntas, / asidas juntas y arrancadas juntas. /

— Por más fantasmas que sean —dijo don Quijote—, no consentiré yo que te toquen en el pelo de la ropa; que si la otra vez se burlaron contigo, fue porque no pude yo saltar las paredes del corral, pero ahora estamos en campo raso, donde podré yo como quisiere esgremir mi espada.

■ Murióse, mas no se me da nada, que donde quiera que estuviere, él sabrá defender su capa, que aunque la muerte esgrima con guadaña, él la hará con su montante tener a raya.

La espada esgrimiré con tal presteza, / Que robe tu persona soberana. / Como hay ardid, también habrá fiereza, / Ni dejaré las armas, hasta tanto, / Que tenga en mi poder a tu belleza. / No me tengas por tal, que me da espanto, / Que Paris a su huéspeda robase, / Contra la ley del hospedaje santo; / Ni aquél condenaré, que procurase / En estos hurtos ser osado y fuerte, / Y yo quizá callemos esto y pase. /

También Ayax, el rayo de la guerra, / furioso y enojado, * / el escudo embrazado / de siete orbes finísimos armado, / esgrimiendo arrogante / la espada ardiente de Héctor fulminante. /

A donde Alfonso el roxo azero esgrime, / Assiste Ismenia à defender su vida / Con fuerte braço, con valor sublime, / De Turca sangre hasta los pies teñida /

Cual dice á voces, amaina, / cual de la gavia se escuelga; / cual, por apretar, afloja; / cual, por aflojar, aprieta. / Embisten, rompen y talan; / desgarran, arrojan, llegan, / despedazan, trozan, gastan, / pasan, hunden, cascan, queman, / arman, empuñan, esgrimen, / huyen, arremeten, prueban, / llaman, responden, saludan, / cuelgan, gritan, ponen, truecan, / lloran, gimen, piden, mandan [...]. /

Asisten á sus lados / Dos damas atrevidas, / Que siempre están reñidas: / Razony voluntad. Competidoras. / Y luego cinco hermanos á deshoras / Esgrimen contra el alma sus espadas; / Y así, las vencedoras / Pueden llamarse bienaventuradas. /

■ Pues contra el vicio esgrimirá desnuda / Su fuerte espada y su veloz saeta; / Al vicio enristrará su lanza aguda, / Y su herida en él hará secreta / El riguroso fuego y llama cruda / De fuego celestial, llama perfeta; / Y amor será que abrase corazones, / Las culpas venza, y rinda las pasiones. /

La espada de mi justicia, / dijo por su boca El mismo, / á los que mi ley no guardan / hace lanzar al abismo. / Esta, furioso, esgrimió / el ángel cuando, oprimido, / envió al fiero Luzbel / al profundo del abismo. /

Cuando con armas falsas esgremía, / de las heridas truxe en el vestido / (sin tocarme en el pecho) las señales; / mas en el alma ya, Lucinda mía, / donde mortales en dolor han sido / y en el remedio heridas inmortales.

Y más agora, Alfonso, que al divino / poder que te da Alá, juntas la clara / sangre del más famoso sarracino, / agora que su hermosa prenda cara / Alí Maimón te da, rey de Sevilla, / Zaida, en la dicha y en belleza, rara, / aunque ha de dar un príncipe a Castilla / que en tiernos años muera cuando empiece / a esgrimir la católica cuchilla /

¿Por qué contra mí, Lozano, / esgrimes el fuerte acero?

Riñen los dos.

D. FernandoPorque soy cristiano, y quiero / mostrarte que soy cristiano.D. Martín¡Disparen la artillería! / ¡Aquí, Buitrago y Guzmán! / ¡Robledo, venga alquitrán! / ¡Arrojad esa alcancía! / ¡Allí, que se sube aquél!

Pelean mientras trabajan, / y al mismo punto que esgrimen / con las diestras las espadas, / las izquierdas, porque admire / su valor, la cal y arena / aplican, y hazañas miden / con tareas, siendo a un tiempo / capitanes y alarifes.

Siguióme con más presteza que yo quisiera, porque le deseaba más endeble; y echando por detrás del monasterio de doña María de Aragón, en un punto esgrimimos las blancas airosamente.

Volví a la vasta lid cual Marte pudo, / porque el patrio valor me daba aliento / y, amparado con él en vez de escudo, / ejercitaba el animoso intento; / mas como el moro fiel pelea desnudo / con alfanje galán que esgrime al viento, / el cosario feroz derriba y prende, / y en alba oscura el fiero dios se enciende. /

Medio de proporçión más verdadero / es, Chillona, el dinero. / La destreça de todos siempre a sido / —así vulgares como verdaderos— / dar y no reçiuir: pues ten en punto, / por caridad que vais conmigo agora. / La que esgrimiere el jeme por espada / reçiba mucho, pero no dé nada. / En quanto al afirmarse / la que pidió; si el hombre replicase / y mudare de plática dormido, / afirmarse en lo mismo que a pedido. /

La ira de Dios ayrada / bybra vn rayo, y si me acierta..., / ¿Para qué pone a su puerta / vn ángel con vna espada? / ¿Espada es justo que esgrima / contra vn hombrezillo baxo? / ¡Ola! ¡Apártate debaxo!, / no te eche vn diluuio encima. / La tierra quiere tragarme / como [a] Abirón.

Tomando después una fuerte y poderosa maza en las manos, se arrojó entre los enemigos, esgrimiéndola de forma que no daba golpe en vano, haciendo en ellos tal matanza, que en un punto los que restaron vivos desocuparon la puente, poniéndose todos en descompuesta huída, dejando el campo libre por los ferrareses.

Ya que el Sol, saliendo de la tutela del alba, se desenvolvía de mantillas de púrpura, y animoso pasaba de la edad de la puericia a la de la adolescencia, esgrimiendo espadas (si no blancas, * tampoco negras, * pues forjándolas sus rayos era fuerza saliesen doradas), por reparar temeridades de su juventud [...].

Marte pretende, fiero y arrogante, / y en un pensil de plumas la celada, / convertido en imagen de diamante, / resplandeció con la fogosa espada; / y, cual si viera ejércitos delante, / la esgrime, de sangriento humor bañada, / siguiendo al son de cajas su bandera / todas las iras de la quinta esfera. /

Aquí, dando una voz y saltando hazia atrás, esgrimiendo la punta, atendí a que oyendo aquel rumor abriesse mi moço y sacasse luz.

Rebelde Ninfa (humilde ahora caña) / las márgenes oculta / de una laguna breve, / a quien doral consulta / aun el copo más leve / de su volante nieve: / ocioso pues, o de su fin presago, / los filos con el pico prevenía / de cuanto sus dos alas aquel día / al viento esgremirán cuchillo vago. /

■ — "¡Qué! ¡No son aves!"; dijo volviéndose a mí: — "Mire v. m. lo que es no saber. Déme los asadores, que no los quiero sino para esgrimir que quizá le valdrá más lo que me viere hacer hoy, que todo lo que ha ganado en su vida".

A la de buenos dientes, que riese siempre, hasta en los pésames; a la de buenas manos, se las enseñaba a esgrimir; a la rubia, un bamboleo de cabellos y un asomo de vedijas por el manto y la toca estremado; a buenos ojos, lindos bailes con las niñas y dormidillos, cerrándolos, y elevaciones mirando arriba.

Ya la ministra súplice en el suelo / la virginal y trémula rodilla / clavó, clavó los ojos en el cielo, / esgrimiendo tres veces la cuchilla. / El corazón, bañado de recelo, / la dibujó el afecto en la mejilla; / tiembla el brazo, la fiera le barrunta, / y el miedo por la víctima pregunta. /

Mas, ¡ay, que veo ya la hereje cisma / que Inglaterra por su daño ampara / no sin agrauio de la santa Chrisma / que con tanta insolencia desampara, / y que todo el Poder de la morisma / su alfange esgrime, su mosquete encara, / sus naues arma, y que por mar y tierra / vienen todos a daros cruda guerra!

Desampararon la calle / quando ya el lencero estaua / desnudo de sus vestidos, / aunque armado de esperança, / pero apenas puso el pie / en el lazo de la cama, / quando salió el caçador / detrás de la puerta falsa, / y a dos manos esgrimiendo / la verde y ñudosa tranca, / al que viue de medir / midió muy bien las espaldas. /

[...] no por mostrar la indignación bizarra / de otro Simón, que, amando a su Maestro, / en un huerto esgrimió la cimitarra, / sino, contra el exemplo de Silvestro, / para oprimir la esposa como a sierva, / dándole a César el peculio nuestro; / que sus ovejas él no las conserva / sino por el vellón que las trasquila, / sin zelo de que rumien sal ni yerva. /

Tal vez desnuda un amigo / la espada para esgrimir / con otro, y le viene a herir / como si fuera enemigo; / su destreza es su castigo, / y así, usar de ella es error. /

■ Esgrimió la fortuna con hombres muy ejercitados y diestros los cuales fueron a sus manos vencidos y muertos. Salió contra ella un varón constante y virtuoso, a este tiró uñas abajo un golpe terrible de pobreza. Recibióle el valiente gladiador y no por eso mostró alguna flaqueza, antes quedó firme e inmoble sin que le descompusiese pies manos o lengua para quejarse del dolor que le apretaba el corazón.

Pinol . Cielos! que es esto que veo? / Tirain, Cayatel, las armas / en defensa valerosa / del Rey, y de vuestra patria, / esgrimid; Fernando es este, / que se huyô aquesta mañana / de la prision.

■ La justicia, de cuya espada temblaban las balanzas de su peso, más conocida por las heridas que por la igualdad, ya vuestra poderosa mano la corrige en benigno fiel de su equilibrio, desciñéndosela al odio y a las venganzas que la esgrimieron homicidas y facinerosos.

■ Mira que hay Dios, recuerda si quisieres, / y pues discreto eres, / no aguardes que la muerte rigurosa / esgrima su guadaña poderosa. / Yo no soy tu enemigo, / consejo es éste del mayor amigo; / sin interés te hablo: / si esto no te bastare, doyte al diablo.

■ A saber su fuerza rara / los dioses, el mundo viera / que Marte los esgrimiera / y Jove los fulminara. / Y Amor, con dulces enojos, / y para fines traviesos, / porque no le dieron ésos, / quiso quedarse sin ojos. /

■ O bienaventurado / Aquel que te merezes / Del Palladión preñado / Huir abortos y evitar las crezes; / Que, libre del que esgrime / Cuchillos de dolores y fracasos, / Ni lamenta ni Rime / Porque supo elegir seguros passos. /

Y assí, la espada esgrimid / como sabéis; no se cuente / de vos, si acaso sin mí / mi cólera os acomete, / que una infamia en premio distes / de un honor.

■ En la discreta cortesanía de este caballero se pondera singular el uso de jurisdicción tan delicada, porque, esgrimiendo con brazo cortés los aceros del real respeto, hieren sólo desde la amenaza.

Pero el bravo Sansón, anteponiendo / la vida a la victoria peregrina, / al giganteo y militar estruendo / con increíble fuerza se encamina, / con una mano flechas recibiendo, / y con otra trepando a la colina. / Esgrimiendo su acero belicoso / rompe babeles y deshace el solio.

■ SETADe cuantas flechas / se disparan a su pecho, / ninguna le hiere y todas / se vuelven contra los nuestros.ALMANZOR Rayo de acero es su espada / a cuyas vislumbres ciego / he quedado al ver que esgrime / en cada golpe un incendio.

Coronadas morrión, vistiendo escudos, / dorando mallas, argentando golas, / dardos vibrando duramente crudos, / esgrimiendo cuchillas en las colas, / las murallas violando de los nudos, / Belona de la espuma y de las olas, / langostas, en la mesa dan, marinas, / al paladar suavísimas rüinas.

Suele atreverse el pincel á copiar una perfecta, y absolutissima pintura, y resistiendose el original, rebatiendo conatos, y esgrimiendo primores, turba al Artifice, tanto que mientras mas trabaja, por trasuntar la idea con vizarria, empeoran las porfias el trabajo con defaïre.

Hicieron el paseo y cortesías y, retirados a un lado, salió otra cuadrilla, cuya gala era de papel muy blanco y las coloradas jaquetillas las hacían muy vistosas; traían lucidas espadas, las cuales esgrimían con pastoril brío; el papel blanco estaba bordado con hojas de olivo, trayendo el mote escrito en las tarjetas.

■ Demonio ¿Cuándo, cielo enemigo, / cesará contra mí tu enojo esquivo? / ¿No te basta advertir que me condena / tu rigor a gozar de horrores llena / la infeliz monarquía de las sombras / y sobre obscuras míseras alfombras / en el sombrío espacio / del mundo habito lóbrego palacio, / donde de tus injurias / ministros son mis furias / que, de escarmientos llenas, / los tormentos reparten y las penas, / siendo rayo mi enojo, espada luego, / que blandiendo furor esgrime fuego.

[...] cuyo cabo ó capitán general de aquel ejército, que era de sangre real de los Tultecas, se levantó en aquel territorio, intentando hacer reino á parte, favorecido y aliado con el rey de Sotojiló de Atitlán, y esta rebeldía duró hasta la venida de nuestros españoles que los hallaron esgrimiendo las armas. Los Sotojilestuvieron por defensa y fuerte un peñol muy eminente, cerca de la laguna de la corte de Atitlán, y grande número de canoas, en que hacían con su navegación la guerra, retrayéndose en siendo conveniente al peñol [...].

Uno para la conquista temporal batalla, otro con armas espirituales de su oración combate, siendo la conquista de entrambos. Y aún en la temporal tiene Moisés parte; pues el alzar o bajar sus manos eran índice de la victoria o flaqueza. Iosué esgrimía sus armas, y Moisés era dirección y norte de su victoria [...].

PLUTÓN:Ya lo ejecuto: energúmenos, / sátiros, faunos, vestiglos, / contra Telémaco, al arma, / y decid todos unidos / (al rumor de las cadenas / que os aprisionan), conmigo.CALIPSO:Y al compás de su clamor, / también yo unida repito.LOS DOS Y MÚSICA: Angustias, dolores, / tormentos, martirios, / contra Telémaco / esgrimid los filos.

[...] dos indios amigos, llamado el vno Juan, criado de Diego de Montes, y el otro Diego, cayquetío de nación (que avían venido desde Barquisimeto con los nuestros), que esgrimiendo el vno vn estoque y jugando el otro vna lança, se portaron con tal brío que dexando muertos ocho de los contrarios, hicieron retirar a los demás, sacando de el aprieto a Alonso Ruiz, en ocasión que desamparado el campo de los bárbaros por todas partes, se cantaba por nuestra la victoria, teniendo lugar con este buen sucesso para dar la buelta al valle de San Francisco, llevando los bastimentos, que tanto afán les costaron.

Ya a este tiempo, a las vozes y rumor de la pelea alborotado todo el pueblo, ocurrían los indios a socorrer a su cacique, menospreciando las vidas, pues esgrimiendo sus macanas se entraban por las espadas, donde los más perecían [...].

■ No menor diferencia ay entre el Justo, y el pecador, quando, o enojada la fortuna esgrime sus rebeses, o severo el Cielo reparte tribulaciones. Pierde el pecador la hazienda, muéresele la persona amada, recibe vna injuria de sugeto con quien la vengança le es impossible.

«¿No ves aquél / que armado de limpio acero / sobre un caballo africano / alazán de cabos negros * / y con garzota de plumas * / blancas y rojas al viento / azotando corre? ¿Aquél / que tan brioso y resuelto * / ahora pasa a la primera / línea, un alfanje esgrim iendo, / a dar aliento a los suyos / con su voz y con su ejemplo? / Pues aquél es Ciro». /

Y, no pudiéndome contener, esgrimí la maquera y allá van provisionalmente esos cuantos espaldarazos, reservándome el derecho de meterle la daga tinteral hasta la guarnición, si alguna vez se me antoja tomar este asunto de propósito; porque, créeme, el hombre necesita de cura radical.

¡Ay, no! Cerca de mí, guardias, dejadlo. / Si pretendéis romper tan justos lazos, / esgriman las cuchillas vuestros brazos / contra mi pecho, que su amor no olvida. / Segunda vez le quitaréis la vida, / matando a su Solaya... ¡toda suya! / ¡Ah! No temáis que su Solaya huya.

Mas punto aquí; y ya de esto no se hable, / Que el callar es prudencia muchas vezes, / Y alguno pensará que esgrimo el sable / Contra tal qual, que usa este artificio, / No sé si por virtud, o si por vicio.

Gobernada esta provincia por corregidores, creyeron siempre que sería lo mismo esgrimir las armas para detener a los enemigos que manejar la vara para reprimir los vicios [...].

Mas si acaso te ofenden estas quejas, / y el enojo y pasión te ciegan tanto, / que a castigar te incitan por delitos / las pruebas del amor más acendrado, / esgrime ya los filos de tu acero / contra mi cuello fiel, que está esperando / Arrodillándose.darte de mi lealtad el testimonio / postrero con la sangre confirmado.

Quedó contenido por algún tiempo el ímpetu de primera furia con los muchos muertos; mas observando luego, que siempre iban a menos los tiros de los fusiles, única arma que ellos temían, y conociendo que les faltaba la pólvora a los Españoles, se insolentaron de modo que, esgrimiendo sus lanzas con las espadas, los obligaron a meterse a las trincheras de la ciudad.

¡Oh amargos dias! Mira cómo gime, / Oh prelado, en la mísera cadena / Tu pueblo, y cómo esgrime / El despiadado alarbe la cuchilla / Con que el suelo ensangrienta á tu Sevilla. /

La perfidia, / El odio y cuantos monstruos dentro encierra / El cavernoso pecho carcomido / De la pálida envidia, / Vagan en escuadrón enfurecido, / Y esgrimen sus aceros: / ¡Ay! ¿No escucháis los ayes lastimeros? / No sueño, no: mirad, a la vislumbre / Que esparce el hacha, del furor sangriento / El estrago fatal.

Y al cielo espumas con furor levanta, / Lentamente su cólera quebranta / Sobre la blanda arena. / Mas si. del enemigo tu vil mano / Tiembla, ¡oh codicia! victoriosa esgrime / El puñal contra el débil ciudadano; / Y, ya sin freno, tu ardimiento insano / Rompe la ley, al magistrado oprime, / Y ante tu trono, diosa enfurecida, / Muere el honor, que en tus coyundas gime, / Muere la patria, que el honor olvida. /

■ Tengo patria y la amo, no de boca, como acontece a muchísimos, sino de corazón. Y si bien mis años no me permiten esgrimir la espada, no se me ha caído aún la pluma de la mano. Ofrezco al Rey y a la patria cuanto debo, pues ofrezco todo cuanto puedo, y a V. E.

¿Quién sabe si, al presente, / el Ser eterno tu castigo intenta, / y la espada sangrienta, / envuelta en muerte y llanto, / contra tí va a esgrimir?

■ ¿No ves cómo por ti baja al abismo / Y encuentra en sus cavernas / Las duras armas que después esgrime, / Las artes de dañar haciendo eternas? / Y al repetir el son de los martillos / Los ecos dilatados, / ¿No los escuchas anunciar los grillos / A la mitad del orbe preparados? /

■ ¿Y no quieres que esgrima la tajante / Espada de la mofa y la ironía / Contra turba tan necia y tan pedante? / La adulación, la vil lisonja guía / Las plumas, y se premian los escritos / Que ostentan la más baja villanía. /

Tú misma, España, su poder burlaste, / cuando hubo en ti, cual hoy, valientes pechos; / tú del tirano que a la Europa oprime / desvaneces los áridos proyectos: / no temas, no, que en tu defensa esgrime / la Libertad su vengador acero, / y escrito está en los libros del Destino / que es libre la nación, que quiere serlo.

En su solio imperial y trono erguido, / El héroe estaba con risueña vista, / De orgullo, pompa y majestad cercado; / En torno rodeado / De sus magnates ínclitos guerreros, / Orlando rosas y arrayan sus frentes, / Premio bien merecido á los valientes / Que esgrimieron constantes sus aceros / En los ataques fieros. /

Y más, al mirar, gime, / Patente ya la célica morada, / Y que airado no esgrime / El serafin flamígero la espada; / Que nuevo eden de vida / A delicias sin término convida. / Mas ¿dónde, lira mia, / Dónde tu dulce admiracion te lleva? /

[...] el Ministerio de la Gobernación, para que pusiera por jefes políticos a militares que supiesen esgrimir la espada y no la pluma, como convenía para descubrir los facciosos, vigilarlos y perseguirlos [...].

Tú, Vargas, del honor la senda triste / Pisas, dejando huellas inmortales; / No buscas esa gloria que consiste / En la desolacion de tus iguales; / Si por cumplir el cargo que escogiste, / Cual valeroso jóven sobresales; / Aspirando á virtudes mas sublimes / La dura espada involuntario esgrimes. /

— / Hay quien osa, Señor, con vil mancilla / Profanar de este alcázar el decoro, / Miéntras vos, esgrimiendo la cuchilla, / Triunfais con gloria del soberbio moro.

— ¿Quién va allá?, ¿es amigo o enemigo?

— Alto, detente, le gritaron; y si aprecias la vida dinos tú mismo quién eres.

— Adivínalo si te place en el modo de esgrimir una hoja toledana.

[...] pero como individuo del partido ministerial y reconocido a sus muchos favores, inspiraba una confianza muy fundada de que en todos sentidos esgrimiría su espada contra cualquiera que se atreviera a poner en duda la legitimidad de la usurpación de sus bienhechores.

A un lado, el almirez sonoro aturde / el barrio todo; en otro, la cuchilla, / que una moza robusta ágil esgrime, / carne de cerdo y de ternera pica. / Una aquí, las legumbres preparando, / pencas y hojas inútiles les quita; / otra allí amasa en cóncavas artesas, / con aceite y con miel, cándida harina. /

¡A los tiranos muerte...! Yo lo juro, / Sombras augustas! Mi alma enajenada / Cede al Dios que me inspira / Dejar la grave toga y blanda lira / Para esgrimir la vengadora espada. / ¡A lidiar! ¡A vencer! ¡Con brazo fuerte, / Presto en el Oceano / Hundamos para siempre los pendones, / Nuncios infaustos de opresión y muerte, / Y al Anáhuac respeten las naciones! /

En vuestro funeral irán dolientes, / Y el laurel y las flores que ondeando / En ella crecerán, serán regados / Con llanto de belleza agradecida. / Alza tu brazo, ¡oh noble Lusitania!, / El brazo que a esgrimir la espada altiva / Te enseñó Beresford. Mientras tus armas / Dirija Wellington, sigue segura: / Obedecerle es ir a la victoria. /

Convencidos de que los soldados, ciudadanos que con tanto denuedo han esgrimido las armas de la patria contra un déspota obcecado, nunca serían ni los mercenarios satélites de un partido ni los verdugos de la libertad, trataron de hacer ilusorio el premio debido a sus servicios sacrificando a mezquinos rencores el pensamiento social de convertir tan beneméritos militares, llegada la hora de la pacificación, en propietarios laboriosos, en padres de familia, en ciudadanos útiles al Estado.

Revolviendo las armas sobre los que contra él las esgrimían, se atrevió a probarles que todos los empréstitos contraídos por la España en los períodos de régimen constitucional habían sido más onerosos que el de Guebhard.

Los de afuera al menos vendieron caras sus vidas; pero los de la torre, que ni espacio tenían para esgrimir la espada, tuvieron que rendirse a los muchos guerreros que guarnecían la fortaleza. Uno de ellos fue buscando en la oscuridad al mariscal don Pedro, caudillo del bando enemigo, y cuando le hubo conocido, le abrazó, con apariencias de la más dulce sorpresa.

[...] mirando muy en ello aquellos disparos y estalles de pies, que no los alcanzan los ojos, ni puede divisarlos el pensamiento del alma; a que con los susodichos pies escribe en el aire y pinta en la misma luz, tirándolos como cosilla perdida hacia los cuatro ángulos de la tierra, trayéndolos empero a su voluntad, como rayos que tiene Undebel*en la mano, a su verdadero centro y asiento debido; a que los juega y esgrime como maestro de espada prieta [...].

BAYONETA. Esta arma, que en 1703 reemplazó á la pica en la infanteria francesa, tomó su nombre de Bayona donde fué inventada. Presenta una esgrima poco graciosa si se maneja á mano, pero colocada en la boca del cañon del fusil es una arma utilísima para acometer. Un escritor frances contemporáneo asegura que la Francia debe á la bayoneta la mayor parte de sus victorias. Mr. Pinette profesor de esgrima en Paris ha presentado un método particular para esgrimir la bayoneta.

— Ya está mi tío —dijo Rafael— esgrimiendo la espada contra los extranjeros.

Duramente ha sido tratada esta Princesa por los escritores contemporáneos, y no se diga si a ellos han seguido los aragoneses y navarros, bizarramente defendida por autores del pasado siglo, paladines que esgrimían armas a favor de una mala causa sólo porque en ella se interesaba una señora.

Valiole para echarle por tierra sin sentido de una gran cuchillada de revés sobre la capucha de la cara, el que su adversario esgrimía el hierro con mucha menos destreza que él y parecía menos suelto en el manejo del caballo.

«¡Ay del cobarde (dijo con el acento de la ira) que retroceda de un paso ante los enemigos de la Inglaterra!» y con un arrojo lleno de fiereza salvó el espacio que lo separaba de los españoles esgrimiendo su arma con una agilidad inimitable.

¿Creeis acaso, que es prudente provocar la ira del pueblo para tener la gloria de vencerle? pues sabed que el triunfo que alcanza un rey esgrimiendo la espada contra sus vasallos, es mil veces mas funesto para su corona que una derrota sufrida en la guerra contra sus enemigos naturales.

Dos cristianos ilustres y aguerridos / del Castillo de Úbeda en la plaza / en arrojar la lanza entretenidos / están, y en esgrimir ferrada maza: / en batallas y encuentros van unidos / por la dulce amistad que los enlaza, / y no hay rebato, algara, ni salida arriesguen / en que juntos no honra y vida. /

Ellas nos presentan a la ilustre viuda de Padilla, rival de su esposo en gloria —a María Pita, esgrimiendo el acero que abandonan los desfallecidos defensores de la Coruña y lanzándose a la brecha, ocupada ya por los ingleses—; a la infortunada Pineda, víctima de su amor a la libertad, marchando al suplicio con sereno continente; a la inolvidable Agustina de Aragón, que arranca la mecha de las moribundas manos del último artillero que defiende la Puerta del Portillo, atacada por los franceses en el primer sitio de Zaragoza, y prende fuego al cañón, difundiendo el espanto en las filas enemigas.

[...] Atíla disciplina las razas, une los restos de los Ostrogodos, de los Hunnos, de los Alanos, de los Burgundos, de los Escitas; arranca del suelo la espada que adoraban sus pueblos, y la esgrime como el ángel esterminador: se rodea de todas las preocupaciones y magias del Oriente y del Norte [...].

Sin embargo, lo penoso de esgrimir con soltura un arma de doce libras de peso, hace que la esgrima de bayoneta no tenga toda la importancia que algunos la quieren dar.

En tanto en lid tremenda los cristianos / Disputan la victoria al del turbante; / Y ya se muestran por do quier ufanos, / Esgrimiendo la espada centellante.

■ Por piedad, mi rey, mi señor, mi todo; esgrimid la espada de vuestra justicia contra los desleales, contra los impíos y los envidiosos: nunca, señor, contra los que á pesar de la horrorosa tempestad, se arrojaron al naufragio por restauraros el trono: nunca, señor, contra los que por cierto tiempo no fiaron más que en Dios y en la justicia de la causa.

Hoy al compas de blanda sinfonía / Virtuosala esgrime ultramontana / Que sólo el triunfo á su garganta fia. / Ya no se estila en rima castellana / Escuchar los furores de un Atreo, / Ni á Pelayo afrentado por su hermana. /

■ [...] y viéndola próxima, esgrime sus gastadas armas para embotar los golpes que le asesta la civilización de un pueblo que llegará á emanciparse de la tiranía religiosa, como se emancipó de sus dominadores después de tres siglos.

■ Un arma moral esgrimían entonces unos contra otros los políticos menudos, y era el acusarse mutuamente de malversadores de los caudales públicos, cuyo grosero recurso hacía el mejor efecto en el pueblo.

■ Yo observo que eso podía suceder en las edades bárbaras, pero que ahora no deben los ministros del Altísimo saber esgrimir más armas que las de la persuasión.

No le habríamos visto, como ha sucedido, merecer los honores de la gloria, titulándole benemérito de la patria para que al día siguiente le viésemos esgrimir el puñal del asesino [...].

[...] donde recibió de manos del presidente un ejemplar de la Constitución que el Cuerpo debía conservar como propiedad suya, regalando en cambio el batallón al Congreso el sable que Riego había esgrimido en la isla de León en defensa de las libertades, y decidiendo el Congreso que se colocase en la Armería Nacional en memoria de la revolución de 1820 [...].

■ En aquella íntima alianza entre el Altar y el Trono, si aquel cubría á este con su sagrado manto, el segundo esgrimía su espada contra los que acometían al primero.

Escandalízanse al punto los débiles y poco instruidos, que en estas contiendas literarias nunca son los últimos en esgrimir sus armas, si poco temibles, por lo ménos estrepitosas. Lanzan injurias y dicterios, acusan con saña, denuncian hasta las intenciones, y califican al historiador de impío, ó quizá de hereje.

■ Aindamáis, pensó, la mujer esgrime la lengua, arma ofensiva y defensiva que le dió naturaleza; pero cuando la mujer tiene editor responsable, lo más llano es irse derecho a éste y entenderse de hombre a hombre.

Mirando á su adversario, en vano embraza / Su escudo, en vano por socorro grita / Esgrimiendo la daga; le amenaza / El eje y rueda que veloz se agita.

■ — Mi querida amiga —añadió el hombre chico, esgrimiendo su mirada como un ángel celeste esgrimiría su espada—, vereme obligado a hablar a usted con una energía que no cuadra bien con la amistad suavísima, ¿que digo amistad?, con el respeto, con la veneración que ha sabido inspirarme [...].

No bien el desventurado niño se había quitado la venda y había contemplado por un momento la estrellada bóveda del cielo, cuando, como un espectro amenazador, esgrimiendo sobre su cuello un puñal centelleante, se le presentó el Cuco, diciéndole con voz aterradora [...].

Cubierto su cuerpo airoso con la ropilla y las calzas de seda que usaban los mancebos nobles, ya domaba caballos, haciéndolos caracolear con no vista destreza, ya en las selvas perseguía al gamo o alanceaba al jabalí, ya esgrimía las armas con puño de acero y músculos de atleta.

[...] para esgrimir el cuchillo de palo hasta arañarse y sacarse sangres unos a otros, cosa de aprender y adquirir agilidad en el manejo de esa arma traidora.

■ Empezaron por medirse de arriba abajo y esgrimir los ojos como si fuesen puñales buidos. Luego, a guisa de guerrillas, cambiaron toses y sonrisas despreciativas, y adelantando la escaramuza, se pusieron a cuchichear con sus dueñas.

■ Componíase el círculo en que figuraba Amparo de muchachas alegres, que habían esgrimido briosamente los dientes contra una razonable merienda.

■ Los procuradores fueron el eco de la opinión juiciosa que reprobaba tan vana lectura, y Cervantes el ingenio privilegiado, que esgrimiendo las armas del ridículo en su admirable fábula, cerró el proceso de esta locura de todo un pueblo con la del ingenioso hidalgo de la Mancha.

Los tres padres jesuitas fueron despojados de sus vestidos y llevados a un sitio abierto y despejado dando los piqueros pudieran esgrimir cómodamente sus armas. Allí fueron alanceados inhumanamente.

Y don Víctor leía con énfasis y esgrimía el acero brillante, como si estuviera armando caballero al espíritu familiar de las comedias de capa y espada.

■ Principalmente esas otras clases sociales entrando sin recelos ni desconfianzas en la lucha y esgrimiendo las valiosísimas armas de que disponen.

Los brazos no se ocupaban en otra faena que en esgrimir las armas, o en afilarlas, y eso fue obra de más de dos lustros.

[...] con los ojos encandilados y las venas del pescuezo reventando; quién se golpea desaforadamente las caderas con los puños cerrados, o se azota el trasero con las manos abiertas; otra echa el tronco fuera de la balaustrada, *y con las greñas sobre los ojos y el jubón desatado, esgrime los dos brazos al aire; y otras, en fin, como las hembras de Mocejón, lo hacen todo ello en un instante, y mucho más todavía, sin dar paz ni sosiego a sus gargantas, ni punto de reposo a sus lenguas maldicientes.

■ Su mujer y su hijo no tardarían en esgrimir las armas de las reflexiones y acaso terminarían por desvanecer el nuevo fantasma de ambición, en cuyos brazos dormía el sueño de gratísimas ilusiones, ensanchándose el corazón del ex gobernador con las alentadoras promesas del coronel Paredes y la oportuna salida de Estéfano Benites.

Brazo y corceles previenen / A la lid inenarrable, / Y, aunque en grupo miserable, / Cierran filas silenciosas, / En las diestras poderosas / Esgrimiendo el corvo sable. /

Un solo pistoletazo (que en Junín no se gastó más pólvora) y media hora de esgrimir lanza y sable. Combate de centauros más que de hombres.

Al pasar por el patio, alumbrado como de dia por la luna llena, vieron á Calixto y su contrario el uno en frente del otro, esgrimiendo los facones brilladores...

Entonces Marcelo, iracundo, lanzó un grito de rabia, alargó el brazo, asió el cuchillo que Ciro llevaba al cinto, lo esgrimió en movimiento rápido y, en el momento en que aquél lograba levantarse, le clavó el cuchillo en el corazón.

■ Hasta los literatos escribían sátiras políticas y revistas cómicas, esgrimiendo en el teatro el arma del ridículo en contra de los personajes más importantes.

■ Nuestro peregrino advirtió con pena que estaba hecho una sopa, y temió que la muerte, que anhelaba y repugnaba al mismo tiempo, pudiera sobrevenirle por la humedad, esgrimiendo en lugar de guadaña reúmas y pulmonías.

El coraje y la energía, el vigor y la audacia le corcovearon entre el pecho: sintió ansia de estrangular, de destripar, de esgrimir machetesy arrancar mondongos, de derribar el templo, de incendiar a Roma: Nerón, Sansón y Daniel Escobar, los tres juntos, le poseyeron un momento: asomara por ahí el filisteo aquél, ¡y como hay Diablo! que se cumple el antojo que tuvo Filomena: ¡le bebe la sangre al tal Bengala!

Don Gaspar era capaz de esgrimir el puñalico de su ingenio contra sí mismo, y no sabía envainarlo para no traspasar a Borromeo; el estribillo de sus crueles humoradas, era el retruécano basado en el título. «Gentileza, pareces un mochuelo... Gentileza, a ver si puedes enderezarte...».

— ¡Por aquí no pasa nadie! —gritaba desaforado D. Telésforo, esgrimiendo la espada.— Y si alguno quiere pasar, que se venga. Aquí lo espero con punta, filo y guacal. *

Las de Tirso superan al hombre en decisión y malicia, y en el museo de Lope hallamos esgrimiendo la espada a La varona castellana, defendiendo con puñal su honra La moza de cántaro, y junto a ellas, entre otras, La villana de Getafe y La serrana de Tormes.

El caudillo de los patriotas, cuando los vaivenes del océano de personas detenían el coche en que navegaba, se ponía en pie, sacaba y esgrimía la espada vencedora, y soltando aquella voz tonante, sugestiva, de brutal elocuencia, con que tantas veces arrastró soldados y plebe, lanzaba conceptos de una oquedad retumbante, como los ecos del trueno, con los cuales a la turbamulta enloquecía y la llevaba hasta el delirio...

Y, si aun este propósito fuese desmesurado para acometido por un corazón, un estro y una pluma, le quedaba al artista la certidumbre de poder esgrimir con gloria aquellas nobles armas, para rescatar del mar de tierra, libre y dichosa, á una sola mujer.

Dos soldados se arrojaron sobre la Pintada que, esgrimiendo el puñal, no les permitió tocarla.

¡Te elegí como firme coraza para librarme de mis enemigos, y eres la lanza y el agudo hierro con que me atraviesan! ¡Cuando disponía del poder, mi mano derecha, la que debía castigar, se abstenía, pasando el arma a mi mano izquierda, que no la sabía esgrimir!

Y esgrimía con fiereza un gran cuchillo de monte, de que se había provisto el bachiller, imaginándose luchas feroces entre él y los rapaces con pico y garras de hierro.

A mi lado empuñaba una sombra la guadaña y principió a esgrimirla en el viento, sobre mi cabeza. Despavorido esperaba el golpe, mas la muerte se mantenía irresoluta, hasta que, levantando un poco el astil, lo descargó a plomo en mi cráneo. La bóveda parietal, a semejanza de un vidrio ligero, tintineó al resquebrajarse y sus fragmentos resonaron en lo interior, como las monedas entre la alcancía.

Cual si esgrimieran el lanzón formidable de San Miguel, chuzaban a la pordiosera y al llegado, apaleaban perros y gallinas, y oídlo ¡oh vosotros los clientes de cantinas y choferes! mataban las culebras. *

La orden era imperiosa y a los Mondragones no se les escapó pensar que quien se la daba era un Luzardo, hombres que nunca habían esgrimido un arma para amenazas que no se cumplieran.

■ La renuncia es el arma que mejor esgrime dentro de su partido. En todas las situaciones difíciles, Chang Kai Shek hace uso de ella con provecho inmediato para los fines de su caudillaje, bastante maltrecho con la larga serie de fracasos que siguen a la toma de Shanghai y al golpe de estado de 1927.

Ardavín se llevó la diestra a la empuñadura del revólver. Se produjo un desplazamiento de los jugadores: unos hacia el que amenazaba esgrimir el arma; otros hacia los lados.

Es diminuto el ángel enemigo de Luzbel. Postrado lo tiene, así y todo, bajo su sandalia románica. Esgrime en la diestra la lanza, para herir al dragón, mientras sostiene en la siniestra justiciera aquella balancita de oro que me causa vértigo.

Otros bailaban, o ejecutaban danzas de rápidos giros, como derviches en trance, esgrimiendo dagas y relucientes yataganes por encima de sus cabezas.

El cariño paternal y conyugal ocupa tanto en el poema como los deberes y entusiasmos caballerescos; el Cid esgrime su lanza tanto por sacar de humillante pobreza a su familia como por domeñar a la morisma, y el nudo de la acción del poema es precisamente una desgracia familiar.

El general, repuesto del susto, corrió a estrecharle la mano y se quemó los dedos en el cañón del arma que esgrimía aquél.

Al pintar el alba se despidieron en la frontera. Sobre la esmeralda del campo, sobre las montañas del bosque tupido que los pájaros convertían en cajas de música, Y sobre las selvas, pasaban las nubes con forma de lagarto llevando en los lomos tesoros de luz.

■

A partir de aquel instante la confusión se hizo indecible: gritos, risas y amenazas respondieron al clamor del petizo. Con su español enrevesado que esgrimía como una espada rota, misterChisholm trataba de responder a tantos enemigos; pero su voz no se oía bajo el peso de las muchas que lo acosaban. Franky se había dirigido al diván celeste, y, dejándose caer entre su hermana Ethel y Ruty Johansen, agitaba su cabeza pelirroja en un tremendo ataque de risa.

Los mestizos le temían entonces porque solía esgrimir con una torva mirada asesina su enorme cuchillo oaxaqueño y amenazar con él a quienes osaban contradecirle.

El joven rey, montado en un generoso caballo (se creía que los caballos andaluces eran engendrados por el céfiro), esgrime un venablo en su mano, en espera del jabalí.

Ya en el suelo, Barrús, esgrimiendo una navaja de grandes dimensiones, asestó a su contrincante una puñalada en el vientre, dejándole muerto.

Manos de tiniebla esgrimiendo dagas lo obligarán a suicidarse. Pero sólo será su sombra, un pellejo de sombra entre los izotales. La bala se aplastará en su sien, caerá al suelo, * pero otras manos oscuras levantarán el cuerpo, lo montarán en su cabalgadura y empezarán a reducirlo con la bestia y todo, * hasta que tenga las proporciones de un dulce de colación. * Los izotales, en cerrado movimiento, agitarán sus dagas rojas de incendio hasta las cachas. *

■ Luché contra mis dioses, que de antaño / mi descenso a la tierra decidieron. / Luché contra Malinche y fui vencido / por el pavor del indio, ese otro acero / que esgrimió contra mí la profecía, / y le pedí a Malinche la muerte, y tuvo miedo / de dármela en el campo de batalla. /

"La espada por Yahveh y por Gedeón", quedándose parados cada uno en su puesto en derredor del campamento, mientras todo éste rompió a correr, gritar y huir y también a esgrimir la espada unos contra otros.

Esgrimía una maza como Hércules y sus órdenes restallaban en medio de los estandartes de los osos y la rosa ancestral.

Y ahora, ya hombre, ya maduro, la vieja ansiedad tornaba a contagiarme su fiebre. En lugar de ubicarme, blandiendo el estoque que esgrimiera Carlos Quinto, en el núcleo de los capitanes de mi linaje, con sus ojos seculares clavados en mí, pendientes de mí, como había concebido con Jacopo del Duca, me urgía lograr lo más contrario, porque si no lograba esa inmortalidad huidiza, vesánica, que aparentemente se alejaba más y más de mi codicia crispada, nada justificaría lo grotesco de mi actitud.

El guardia forestal había examinado el rostro resuelto y audaz de sus paisanos. Algunos esgrimían sus armas, amenazadores.

— Si os ponéis así...

— Nosotros no reclamamos más que lo nuestro.

Tenía los ojos muy abiertos y clavados en el cielo —atrapados en una de esas crisis de idealismo que años después, en medio de las monótonas marejadillas conyugales, tanto echaría de menos— y en sus rubios cabellos la luz esgrimía pequeñas y fulgurantes espadas de oro.

Nada más volverse, Minuro , Ditalcón y Aulaces saltan como demonios esgrimiendo grandes cuchillos y aullando como aterrorizados. El Guerrillero y Viriato son apuñalados por la espalda. El Guerrillero 1 se desploma, pero Viriato recibe en pie las cuchilladas y no cae [...].

[...] piro sin perder la confianza en Dios: espirando que las cosas se arreglen, que alguna persona caritativa se acuerde de ellos y les eche una mano: y esgrimir limpiamente la espada para la estocada final: poca cosa esta vez: nada, casi nada quince, veinte dirhames [...].

– ¡Ah! –rugió, levantando los puños como esgrimiendo una lanza–. Ellos aplastaron allí una fuerza formidable. ¡Ah cuando esa fuerza resucite!

Miguelí, sin saber por qué, rompió a reír. En los ojos del viejo llameó la locura.

■ Scherezada escapó a su fatal destino porque sabía cómo esgrimir el arma del suspense, el único instrumento literario que causa algún efecto en tiranos y salvajes.

■ Por el contrario, los países del extrarradio europeo, como España e Inglaterra, * han podido concebir y montar otras articulaciones de conjunto del continente con un carácter menos violento y dominador, aunque se reservaran el uso de la batuta y a veces la esgrimieran de manera violenta.

Un grupo de jóvenes esgrimían armas blancas arrebataron al señor Cabezas un reloj de pulsera y 4.800 pesetas en metálico. El asaltado denunció el hecho en la comisaría de San Blas.

Los atracadores, que esgrimían navajas, intimidaron a seis empleados y dos clientes a los que maniataron con cuerdas, apoderándose, seguidamente, de 260.000 pesetas.

■ Acomodaban su euforia en sus carros de caparazón de tortuga y de colosal cangrejo, esgrimiendo por fustas los diez tentáculos de calamares flexibles, y, azuzaban desmañadamente a la caballería egea y su embarullado galope. Gorjeaban las Sirenas, buscándose con nombres de arrobadora música; ¡Meolpé! ¡Persinoe! ¡Leukosía! ¡Aglaope! ¡Ligeia!, en un gorgoteo irisado de pompas de aire, que las transformaba en cristales de transparencia exquisita.

Porque Domicio Mamerco, el grave, el majestuoso, el senadorísimo, el traidor profesional, estaba allí con los demás, esgrimiendo la débil daga.

Cuatro jóvenes, que estaban sentados en la escalera, esgrimieron varias armas blancas y le exigieron la pasta mientras le clavaban los cuchillos repetidamente en las piernas. La llegada de varios viajeros en ese momento hizo que los desconocidos se dieran a la fuga sin llevarse siquiera la cartera, que Collel tenía ya en la mano.

El otro asaltante blandía su cuchillo. Francisco Rosa agarró un taburete y esquivó varias puñaladas. La pistola cayó al suelo. En segundos fue recogida por el que esgrimía el cuchillo, disparando un tiro contra Francisco.

Pero recuerda precisamente su final y el viejo ha de abrir los ojos para no verlo: el blanquísimo cuello doblado por el brazo del matarife, cuya diestra esgrime la cuchilla... Los pastores reían del dolor y la desesperación del zagal, como seguramente rieron, bestiales, los sayones crucificadores de Cristo.

«Porque para esgrimir la espada hace falta valor y experiencia, mientras la fe ciega suele ser cosa de cobardes e ignorantes.»

Entran cinco hombres, sobrevivientes de una hecatombe atómica, esgrimiendo con violencia armas fantásticas, híbridas, indeterminadas, mezcla de ballestas, lanzas, hachas, arcos y armas de fuego, rayos láser, proyectiles y explosivos.

[...] porque los cangrejos tanto se habían familiarizado con ese zancudón que diariamente recorría su territorio, que lo esperaban alertas, cada uno en un desplante de guerrero asirio, de artefacto caldeo, inmóvil, aunque en su conjunto parapetados estratégicamente, como siniestras tropas beréberes, con la mitad del cuerpo afuera, esgrimiendo sus pinzas al aire en un ensayo de floretes, y luego, con la evidencia de una pitonisa, ante la menor alteración de su campo fortificado se dejaban caer hacia el fondo, instantáneamente.

Así vemos cómo en hechos históricos en los cuales la represión ha sido particularmente intensa, el pueblo ha respondido, en forma desorganizada, espontánea e incoherente, pero ha respondido, echando mano de lo que pueda (piedras, palos, machetes) y esgrimiéndolo como un arma.

Se los imaginó desnudos, abrazados entre las sábanas, la Ruby esgrimiendo los hoyuelos de sus rodillas para defender la ciudadela en peligro, y escudándose en su trasero compungido y magnífico, la melena despavorida, la avalancha de tetas humeantes de sudor y los rollos que inhumaban a Marcelo.

Alemanes y norteamericanos esgrimieron sus sables en un altercado diplomático más propio del trópico que de las potencias occidentales.

Eso fue lo que hizo exclamar al general Antonio Maceo, uno de los principales jefes de la contienda, adalid de la tropa negra y mulata —y quien poseía una clara inteligencia y sagacidad unidas al valor con que esgrimía el machete— al descubrir los recelos de algunos oficiales blancos / Por más que vivo y trabajo entre paredes de cristal, no soy comprendido.

Su conducta fue... homérica, dije mientras mi romántica imaginación lo pintaba esgrimiendo la espada frente a los muros de Troya.

Un animal que enseña los dientes es menos peligroso que uno que enseña un garrote o esgrime un cuchillo.

■ Iberoamérica en la ruta de su identidad, con que un auténtico polígrafo salvadoreño, el doctor Manuel Luis Escamilla, apoyado en el bagaje científico de su amplia y multiforme ilustración y esgrimiendo el estilete de su raciocinio incisivo y sutil, con un hondo sentido crítico-literario y una visión filosófica de conjunto, estudia el surgimiento de una nueva cultura y la formación de identidades de los pueblos de Hispanoamérica —como él dice— "a través de un centenario proceso de choque y yuxtaposición de culturas".

[...] los gramputeó de lo lindo y ellos no había derecho, en qué clase de país vivían, por qué maltrataba así a ese hombre, y el tombo a quién carajo estaban faltando, so miéchicas, esgrimía su porra amenazante, los metía presos por interferir con la ley, qué ley ni qué ocho cuartos, esto es un atropello, y ya empezaban a verse rodeados de transeúntes que coincidían en que el policía era un abusivo y la juventud actual una mierda [...]

Los alumnos que estaban en la esquina también oyeron los gritos como una súplica desesperada y al mismo tiempo vieron cómo tres policías salieron corriendo en dirección a Adrián,esgrimiendo en sus manos sus machetes y esposas para detener al joven intrépido y atrevido que acababa de engañarlos diciendo que vivía a mitad de cuadra, que nada tenía que ver con esos muchachos revoltosos, según él mismo los había calificado, y que necesitaba pasar para llegar a su hogar porque si no su familia se inquietaría.

■ Pronto oscurecerán los fantasmas verdes, se les torcerán las caras de madera y las ramas voraces esgrimirán sus garras de espina viviente.

Además de esgrimir la espada y el capote, Oscar Ordoñez fue un excelente músico, creador del corrido a San Marcos de Colón de donde era Oriundo, también se destacó como un magnífico versificador que, con su jovial poesía, alegró, entretuvo e hizo suspirar a más de algún corazón bohemio.

Convengamos que la ignorancia es muy cómoda, y nos permite, por ejemplo, atribuir al influjo del viento norte el impulso asesino que atrapa a algunos y los lleva a esgrimir un cuchillo contra sus semejantes.

A la hora de esgrimir la toledana se lucía, daba gusto verle, pues nadie le aventajaba en habilidad, arrojo y elegancia. Siempre que extraía la espada de la vaina se oía ese como siseo del acero, ruido que me dejaba frío y con la piel erizada, pues el solo escucharlo traía a mi memoria trágicos recuerdos e imágenes de sangre y muerte.

■ Para fines de esa misma semana, el tono de los discursos y propuestas de gobierno de aquellos primeros patriotas había cambiado algunos grados: de los afanes incendiarios ha pasado a esgrimir las armas de la tolerancia y el bienestar común, donde se solicitaba poder local, pero se le rendía vasallaje al rey Fernando VII -retenido desde tres años antes en Francia por las tropas imperiales de Napoleón Bonaparte-, a las Cortes españolas y a las leyes municipales.

Vieja como el hidalgo, con el casco abollado y la lanza que esgrimo contra los que parecen para seres sensatos normales inofensivos molinos de viento siendo en verdad como los percibe el Quijote

Él grandote y ella chiquita, él fuertote y ella no tanto, él macho y ella hembra, pero él borracho y ella en cambio lúcida y resuelta. Aquí es cuando nos matamos, le advirtió ella esgrimiendo el hierro como una valkiria, como una Ménade que por fin se suelta el pelo, decidida a lo que sea. Escuchame bien, Isidro, porque esto va a ser lo último que te diga: aquí nos matamos vos y yo.